Ha pasado apenas una semana desde que vio la luz, (después de incontables retrasos), el nuevo juego de Daedalic Entertainment y Nacon. The Lord of the Rings: Gollum, pasa a engrosar la lista de títulos que amparados bajo un nombre que definitivamente le viene demasiado grande, suponiendo una gran decepción tanto para amantes de la obra de Tolkien como para los jugadores más mainstream.
Desde la interesante premisa que supone conocer un poco más la historia de uno de los grandes damnificados por el poder del Anillo Único, Gollum se convierte en un producto descafeinado desde el primer momento.
Aun con destellos originales en cuanto al enfoque de la historia y del personaje, el conjunto se convierte en un quiero y no puedo que hace de la experiencia de juego algo muy poco gratificante o disfrutable en modo alguno.
Con un apartado gráfico modesto (siendo extremadamente benevolente), una implementación de mecánicas de juego arcaicas que parecen sacadas de otro tiempo, un desarrollo poco intuitivo y confuso, el juego en sí da la impresión de haber salido a la venta antes de tiempo.
El uso de las texturas a medio terminar, la poca fluidez de movimiento, los diseños repetitivos y poco originales de los entornos, el mal uso de la luz, las pantallas de carga interminables, el corte continuo del ritmo de juego con cinemáticas que no vienen a cuento crea la sensación constante de “coitus interruptus” muy frustrante para el jugador.
La inserción de algunos “puzzles” y conversaciones donde se nos da la opción de elegir la “buena” o la “mala” como Gollum o Smeagol hace que el avance se haga cansino y desesperante por momentos.
Con un gran potencial y un profundo pozo del que alimentar el lore de lo que podría haber sido un gran descubrimiento sobre uno de los personajes más complejos de legendario de Tolkien, “Gollum” se queda muy lejos de ser algo memorable.