De Pacman a Fortnite, los videojuegos llevan mucho tiempo formando parte de nuestras vidas. ¿Qué tienen los videojuegos que nos motivan a jugar? Numerosos estudios han expuesto los efectos negativos del juego, pero ¿qué pasa con los efectos positivos? Nick Yee, científico, ha analizado qué lleva a la gente a jugar y ha determinado que existen 3 componentes dominantes: logro, aspecto social e inmersión.
El logro
El componente del logro tiene que ver con nuestra necesidad de tener éxito. Nos gusta sentir que crecemos y progresamos en nuestros objetivos. Los videojuegos ofrecen recompensas por cada éxito, ya sea pasando al siguiente nivel u obsequiándonos con un premio, como una «caja de recompensa» (un objeto virtual consumible que reciben los jugadores y que puede ir desde una mejora de equipo hasta la personalización de nuestro personaje). Cuanto más juguemos a un juego, más lo dominaremos, más recompensas recibiremos y mayores serán nuestras probabilidades de éxito. Los videojuegos ayudan a satisfacer la necesidad humana de competencia.
La idea de las recompensas hace que los videojuegos sean más emocionantes, en especial cuando dichas recompensas no se pueden predecir. Las recompensas aleatorias se consideran las más potentes y uno de los motivos del éxito de Fortnite. Se trata de la expectativa que genera no saber si vas a recibir una recompensa o no. Si no la recibes, entra en juego lo que en inglés se denomina como «near miss effect» (el «efecto del casi»). No fracasamos, sino que casi ganamos. El «efecto del casi» hace que queramos continuar jugando: hemos estado tan cerca que pensamos que quizá la próxima recompensa será la que nos ayude a pasar de nivel.
Es un poco lo mismo que sucede con los juegos de azar, donde podemos estar a punto de obtener una jugosa combinación ganadora en una tragamonedas (en lugar de obtener los tres 7 de la suerte, conseguimos dos 7 y un limón). Cuando nos pasa, no nos rendimos, sino que nos lo tomamos como una señal de que debemos seguir jugando. Las tragamonedas también se basan en los principios de la aleatoriedad, ya que nada se puede predecir, cosa que las ha convertido en uno de los juegos de casino más populares.
Una «casi» victoria es igual de motivadora que una victoria, de modo que el hecho de seguir jugando puede tener un impacto negativo en el jugador. La naturaleza adictiva del «efecto del casi» puede aumentar las probabilidades de engancharse a un juego. Los juegos con la dificultad justa, aquella que anima a los jugadores a perseguir el éxito pero sin ser tan alta que provoca que se rindan antes de tiempo, hace que los jugadores no se cansen de jugar. La imposibilidad de controlar este deseo de manera responsable puede llevar a la adicción a los videojuegos.
Aspecto social
El componente social de los videojuegos también tiene un papel importante en nuestra motivación por el juego. Interactuar con otros jugadores, ya sean amigos o un personaje del juego, satisface nuestras necesidades de socialización, la sensación de aportar algo. Si juegas bien, si te ganas el reconocimiento del prójimo o entablas relaciones con otros jugadores, seguramente querrás continuar jugando. Esto es así sobre todo con juegos online multijugador. Cuando estás en un grupo o equipo con otros jugadores, compartes con ellos la diversión por el juego, como una alianza al entrar en el campo de batalla. De hecho, una causa común puede crear vínculos que van más allá del juego.
Cuando los jugadores se unen, la competición ofrece el escenario perfecto para demostrar quién es el mejor. Querer sobresalir es un deseo que tenemos todos, y los videojuegos nos ofrecen la oportunidad de conseguirlo. Ser el mejor también sirve para mejorar las relaciones sociales, ya que permite ayudar a otros jugadores. Resolver problemas técnicos o desbloquear secretos son aspectos importantes a la hora de «derrotar al juego». Quienes consiguen estos hitos obtienen credibilidad al instante, sobre todo si pueden compartir sus hazañas con el resto.
Inmersión
El componente de la inmersión es otro aspecto clave. En el mundo de los videojuegos, puedes convertirte en un guerrero y salvar heroicamente la vida de todo un pueblo enfrentándote a incontables enemigos. Los videojuegos te ofrecen la posibilidad de evadirte de la vida diaria y encarnar a un personaje perteneciente a un mundo sin restricciones. Puedes enfrentarte a situaciones impensables en la vida real y asumir riesgos que normalmente no asumirías en el día a día. Aunque el riesgo sea «morir», sabes que un minuto después vas a poder empezar de nuevo.
Cuando estás sumergido en el juego, tu dedicación a la causa es mayor y te sientes más motivado a continuar jugando. En algunos juegos, puedes crear y personalizar un personaje, lo que fortalece el componente de la inmersión. Sientes una afinidad total con el personaje, ya que, en esencia, eres tú, y te sumerges totalmente en su narrativa, su historia y sus sentimientos. Tienes el poder de cambiar su (tu propio) destino.
En resumen, podríamos decir que las relaciones sociales, la inmersión y la necesidad de triunfar pueden satisfacerse en la vida diaria con elementos como el trabajo o el deporte. Pero los videojuegos también tocan estos aspectos psicológicos, y a menudo de una forma más instantánea y eficiente.
El consumo de videojuegos como mero instrumento de entretenimiento y de satisfacción psicológica personal está empezando a cambiar, ya que cada vez más gente reconoce el potencial de los videojuegos como vía para dar forma y mejorar la sociedad. Existe un creciente interés por elementos del juego que se usan con otros propósitos (gamificación), como ayudar a cambiar el panorama de la salud, la educación y los negocios.
A pesar de que tiene efectos negativos, los videojuegos, si se usan de forma correcta y responsable, nos ofrecen una experiencia cognitiva y social muy gratificante. Si pueden ayudar a mejorar la sociedad, ¿por qué iba la gente a dejar de jugar a ellos?