A última hora de ayer moría Ralph Baer, al que se le atribuye el título honorífico de ser el «padre de los videojuegos», a los 92 años de edad. Y es que este ingeniero fue clave en el desarrollo de la primera consola comercial de la historia.
Baer nació en Alemania allá por el año 1922 en eel seno de una familia de origen judío, país del que tuvo que salir a toda prisa en 1938, dirección Estados Unidos, por razones obvias. Tras graduarse en el Instituto Nacional de Radio, sirvió en el ejercito de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Empezó a trabajar en Sanders Associates en 1956 como ingeniero para gestionar la división de diseño de equipamiento.
Mientras trabajaba en Sanders Asociates, el bueno de Ralph diseñaba los primeros conceptos de un dispositivo que permitiría jugar en la TV. Junto a Bill Harrison y Bill Rusch, crearon varios prototipos de juegos entre 1967 y 1969. Desarrollaron la original «Brown Box«, un prototipo que permitía jugar a juegos como ping-pong o disparar objetivos con la pistola de luz que acompañaba a los mandos tradicionales.
Sanders Asociates licenció el sistema a Magnavox, que la sacó al mercado en 1972 bajo el nombre de Odyssey, con el principal cambio con respecto al prototipo inicial de abandonar los gráficos a color para reducir costes. Nacía así, la primera videoconsola comercial.
No fue la única aportación de Ralph Baer al mundo del entretenimiento electrónico, ya que creó Simon (Simon dice), Maniac y Computer Perfection, entre otras cosas. No en vano, tiene más de 150 patentes reconocidas a su nombre.
En 2006 donó sus prototipos de videojuegos al Museo Nacional de Historia Estadounidense. Ese mismo año fue reconocido con la Medalla Nacional de Tecnología por su creación innovadora y pionera, desarrollo y comercialización de videojuegos interactivos.