Monochroma es uno de esos juegos que enamoran con ver un pantallazo. Sus escenarios, sus protagonistas, su paleta de un solo color que da nombre al juego, la delicadeza con la que ha sido diseñado… Ese conjunto de virtudes que hacen que lo primero que se nos venga la cabeza al ver el juego sea la palabra amor. El plataformas de Nowhere Studios es un ejemplo más de que no hace falta un motor gráfico de otro planeta para lograr crear algo bello en este mundillo, incluso tratándose de un estudio independiente.
Hablamos de un plataformas para PC en el que controlamos a un niño que debe llevar a cuestas a su hermano pequeño a través de una serie de puzles en un industrializado mundo de los años 50. Esta ambientación ha sido perfectamente lograda por el estudio turco que, a cada nivel que avanzamos, nos transporta al pasado gracias a su diseño visual y su gran apartado sonoro. De hecho en ningún momento del juego escucharemos una sola palabra ni la veremos escrita en la pantalla, pero no hará falta. Posiblemente una de las principales virtudes de Monochroma, sino la mejor, es su capacidad para transmitir sin tener que decirnos nada.
En esencia es un plataformas convencional con dos grandes variantes. Por un lado están los puzles, el verdadero reto del juego. Algunos serán de lo más sencillos; escapa de un matón, mueve una caja, sube a la caja, salta al siguiente nivel. Otros nos harán desgranarnos el cerebro; nos atascaremos, tendremos que pensar bien qué hacer, cómo hacerlo y no solamente eso, sino que además tendremos que tener cierta habilidad para saltar de un punto a otro, hacerlo muy rápido y medir el timing. Tanto es así que muchas veces dudaremos si estamos resolviéndolo de forma correcta o si es físicamente imposible alcanzar esa plataforma que se mueve en el tiempo más que ajustado que nos da el interruptor que acabamos de activar.
Por otro lado, la segunda gran variante y posiblemente la que es su principal distintivo: nuestro hermano pequeño. Nunca podremos dejarlo atrás, todos los puzles dependen de él, ya que cuando lo llevamos encima somos más lentos y más pesados, saltamos menos. Así que la gran mayoría de los puzles consistirán en lograr generar un camino que podamos seguir con nuestro hermano a la espalda para avanzar. Pero esto no es todo, ya que el pequeñajo tiene un pavor terrible a la oscuridad por lo que, para poder dejarlo solo el tiempo que nos haga falta para poder saltar a plataformas más alejadas o activar interruptores que no podremos alcanzar con él, únicamente podemos utilizar puntos en los que haya luz, normalmente representados por farolillos o lámparas de algún tipo.
Cuando lo jugamos por primera vez o incluso viendo una captura de pantalla, es imposible no pensar en uno de los mejores juegos independientes de todos los tiempos: el aclamado Limbo. Y es que es evidente que Monochroma bebe de él, prácticamente lo toma como base, tanto en su aspecto visual como en su estilo de juego que nos transmiten la misma melancolía que este. Pero cuando avanzamos un poco y empezamos a entender la mecánica de nuestro hermano pequeño, nos damos cuenta de que no se trata de un simple clon de Limbo, más bien es una acertada mezcla entre este y el mítico Ico.
Una vez sabemos lo que el juego nos va a ofrecer y entramos en materia, el juego tiene un pequeño lunar que es lo único que lastra levemente la jugosa experiencia que supone avanzar a través de sus niveles: su física. Más de una y dos veces nos encontraremos con algunos puzles que, aun sabiendo cómo debemos resolverlos y teniendo la habilidad para ello, se nos vendrán abajo porque los saltos no son del todo controlables o porque la caja de turno no flota como esperamos en el agua y todo acaba en una trágica muerte con su consecuente vuelta a empezar desde el checkpoint. La buena noticia es que hay muchos, muchos checkpoints en los momentos adecuados, por lo que rara vez tendremos que repetir puzles enormes o sectores del juego que ya habíamos pasado antes. Algo que a veces queda descuidado en este tipo de juegos, ha sido bien medido por Nowhere Studios que, a sabiendas de que ya tendremos bastante con la desesperación generada por sus puzles (y a veces por las dichosas físicas), han acertado plenamente con los puntos de guardado.
La duración de Monochroma es aproximadamente de 4 horas, aunque todo dependerá de la habilidad que tengáis para resolver los rompecabezas que ofrece el juego. Comparada con otros juegos de su mismo género, es lo habitual en estos tiempos. Posiblemente te quedes con ganas de más y ya que su mayor reto son los puzles no es el juego más rejugable del mundo una vez ya sabemos cómo avanzar en ellos, pero merece mucho la pena disfrutarlo al menos una vez.
En resumen, si os gustan los plataformas que supongan un reto a vuestra mente y muy especialmente si sois fans de Limbo, no deberíais dejar escapar la ocasión de jugar a otro de esos juegos que embelesan y atrapan muy rápidamente al jugador ya que una vez más os vais a encontrar con una pequeña pieza de arte desarrollada por un estudio independiente. Aprovechadla.